El doctor Caníbal Hecter entró en el restaurante ÑAMGUNTER, propiedad de un tal Gunter, cocinero alemán y eyaculador precoz.
–Buenos días –dijo Gunter.
–Buenas noches –dijo Caníbal.
–¿Qué quería?
–Quería comer. Si quisiera follar no vendría aquí, iría a un puticlub. Aunque pensándolo bien… también podría comer en un puticlub.
–Le recomiendo la especialidad de la semana: EL CORDERO DE LOS SILENCIOS.
–Está bien. Pero poco hecho.
–¿Para beber?
–Un “chianti” o un “lambrusco”.
–Sólo me queda Don Simón.
–Entonces me beberé tu sangre.
–Por favor, no me coma. Soy comunista.
–Y yo. Por eso me llaman EL TRAGÓN ROJO.
Gunter se fue a preparar la comida. Mientras tanto el doctor Caníbal se puso a leer el libro de antropología EL ABORIGEN DEL MAL. Gunter trajo la comida y el caníbal se la terminó.
–Mientras disfrutaba de la comida –dijo Caníbal– me ha venido la inspiración y he inventado un nuevo postre.
–¿Ah, sí? –preguntó interesado Gunter.
–Sí.
–¿Y de qué se trata?
–¿Conoce usted “el brazo de gitano”?
–Sí, claro.
–Pues he inventado “el brazo de comunista alemán”.
Caníbal sacó su machete y cortó rápidamente el brazo izquierdo del cocinero.
–Me lo comeré por el camino. Buenas noches, manco.
–Buenos días, señor Caníbal.
(Publicada en los números 18 y 19,5).
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